[Historias] La leyenda de Wesopeyejo

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Eran tiempo difíciles, las capitales imperiales asediadas por los bárbaros, saqueos en las fronteras, descontrol y corrupción en las principales cortes del imperio, corrían tiempos complicados y el desaliento se apoderaba de las tropas imperiales.

El Emperador, envejecido, mermado por la gota, llamo entonces al Gran Mariscal de su retiro, al Héroe de las Guerras del Judd, al viejo zorro, su gran amigo.

El Gran Mariscal se había despojado de sus títulos y vivía en un pequeño pueblo rural olvidado, sin mas placer que ver crecer la hierba del campo o escuchar el trino de la aves al amanecer, era todo lo que quería y era todo lo que pidió por su invaluable aporte al Imperio años atrás.

El joven paje se apresuro entonces a entregar la carta con el sello real al hombre curtido de cicatrices, aun tenia esa mirada de soldado recio y reconoció enseguida que esa carta no eran buenas noticias.

Le tomo solo dos minutos para darse cuenta de lo desesperada de la situación, no perdió ni un segundo, calzo su armadura que mantenía en perfectas condiciones como presagiando este momento, tomo su corcel y encamino el largo camino hacia la capital.

Mariscales, generales, nobles, duques y condes, discutían que se debía hacer.. el emperador indispuesto. !Malditos Inútiles! exclamo el viejo zorro con voz gruesa al entrar al salón y este inmediatamente se quedo en silencio, ni siquiera tuvo que mostrar sus credenciales que le otorgaban el mando absoluto de todas las fuerzas del imperio, su presencia fue suficiente para imponer autoridad sobre los desmoralizados cortesanos.

Recluto nuevas tropas, reorganizo las existentes, se movilizo a las fronteras infundiendo valor a las tropas que enseguida lo reconocieron, el viejo, el vencedor del Judd, el Héroe de Masmia.. "il Martello" estaba de vuelta.

Algunos años pasaron, finalmente era la ultima, la gran batalla, en los campos de Vinante se decidiría todo, los primeros rayos de sol anunciaron el principio de la contienda. El viejo Zorro comandaba sus tropas e imponía las ordenes a sus generales, el enemigo era superior pero eso nunca lo detuvo. Luego de una horas el enfrentamiento era incierto y fue entonces que desde el oeste se escucharon los cascos enfurecidos de las fuerzas de élite imperiales lideradas por el viejo Emperador, su aparición insospechada y su vigorosa embestida fue devastadora, el enemigo fue masacrado y huyo hacia el este, había sido completamente derrotado.

Entonces el abrazo de dos viejos amigos en medio del campo de batalla y el grito de victoria darían inicio una nueva época dorada del Imperio.

Lamentablemente la batalla había sido demasiado para el emperador, se agravaron sus dolencias y fallecía meses después, su hijo Alfonso le sucedía en la corona. Alfonso era joven pero había sido testigo de la devastación años atrás, sabia lo que había costado la paz y sabia a quien se lo debía.

Lo busco entonces en su rustica morada, el curtido hombre lo vio entrar y reconoció enseguida al hijo de su viejo amigo, se alegro al verlo y lo levanto sobre su cabeza como lo hacia cuando Alfonso era aun niño, los guardias que acompañaban al Emperador quisieron intervenir, Alfonso los detuvo, !El que toque a este hombre sera sabedor de mi ira! pronuncio.

Hablaron por horas, Alfonso le ofreció el cargo de Primer Ministro, títulos, tierras y riquezas finalmente no pudo convencerlo, él solo quería fumar su pipa mientras escuchaba los sonidos del bosque. El hombre de mil de batallas se acerco al joven emperador y le dijo entonces al oído "Es tu momento, el mio ya paso, gobierna con sabiduría como lo hizo tu padre y si puedes visitame de vez en cuando" y así lo hizo. Las visitas de Alfonso eran momentos de gran alegría para el corazón del viejo zorro que no llego a tener descendencia, Alfonso era casi como un hijo para él. Hablaban de todo, paseaban por el bosque, conversaban de política, de artes, el viejo elogiaba muchas veces a Alfonso por tal o cual asunto, otras lo reprendía, Alfonso escuchaba atentamente.

Un día lo visito como de costumbre y lo encontró sentado junto a la chimenea, su vieja pipa aun encendida, el cuerpo sin vida. Todo el Imperio lloro ese día, se hizo una fastuosa ceremonia fúnebre en su honor, el luto duro por semanas.

El Emperador termino su discurso frente a los restos del Heroe con una frase, "Descanse en paz mi viejo amigo, el Imperio te debe su gloria, hoy muere un hombre pero nace una leyenda"

Compendio de Historia del II Imperio, Libro VI, pag 765-785, Cit 4567, "La leyenda de Wesopeyejo"

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Pocas veces me he parado a leer historias o relatos por internet, muchas veces porque apenas tienen calidad, ésta es una de esas veces. Espero leer algo más, tal vez cómo fue el reinado de Alfonso...
 
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