DeletedUser
Guest
Ya que escribo de vez en cuando, voy a abrir un hilo donde iré poniéndolas... algunas serán... peculiares... como la de ayer, pero otras serán distintas.
Allá voy con la que escribí hoy... espero que os guste ^^
--------------------------
Ese día tocaba limpieza en casa. Roberto, abrumado y atontado por el calor de aquella tarde estival, no tenía ganas de hacer lo que le correspondía: limpiar su habitación. Era una tarde pesada y cargante, sin una gran perspectiva a la vista. Ese día en su pueblo había poca gente, y los pocos amigos que en el mismo quedaban, no tenían pensado salir ni a la piscina ni por la noche a dar una vuelta. Un gran día de verano...
Así, Roberto dejó que pasaran las horas, intentando que su madre no lo pillase holgazaneando como de costumbre; pero no tuvo tal suerte aquella vez. Tras unos gritos de su progenitora, se puso a vaciar poco a poco los cajones e su habitación, con la dejadez propia de quien no quiere hacer algo pero es obligado.
Primero, sacó sus apuntes del curso pasado. Mientras iba rescatando hojas de aquella selva llamada archivador, los elementos químicos bailaban frente a sus ojos a la vez que los números coqueteaban entre sí. Unos viejos escritores relataban sus batallas en los trozos de papel mientras el tiempo iba pasando. Decidido a olvidar aquellos elementos de su tortura juvenil, ya que la época del instituto había pasado a la historia, los depositó uno tras otro, sin prisa pero sin pausa, en las fauces abiertas de una bolsa que se asemejaba a un monstruo devorador del saber y el conocer.
Una vez despejado a machetazos de desgana el primer estante de su armario, pasó al segundo. En él se encontraban objetos más valiosos: notas con sus amigos, relatos escritos en sus horas muertas durante las clases de física, etc. Decidido también a olvidar aquello, empezó a deshacerse de la mayor parte de aquello. De entre la pila de papelitos salieron cosas insospechadas, como por ejemplo sus notas de amor con una de las primeras chicas que conoció en su adolescencia, Raquel. Aquella que según sus amigos Álvaro y Carolina era poco más que una interesada. Roberto pensó que podía que así fuese, pero que lo bien que se lo había pasado en aquellos tiempos no lo cambiaba por nada del mundo.
Cuando estaba casi a punto de terminar de limpiar esa estantería, en la cual sólo quedaba un viejo cuaderno, aún más viejo que las notas y papeles, su móvil comenzó a vibrar. Sus amigos Guillermo, Judith y Marta, que aún estaban en el pueblo, habían comenzado a hablar y habían decidido quedar a las 23:00 para ir a tomar algo. "Que alivió" pensó Roberto.
Con esperanzas renovadas, decidió terminar de limpiar cuanto antes. Así, sacó el último cuaderno. Era un cuaderno viejo, negro, el cual no conseguía ubicar. Así pues, muerto de curiosidad, lo abrió, y lo que vio le sorprendió. Era un viejo cuaderno en el cual había notas que su abuelo le había ido escribiendo antes de morir unos años antes. Emocionado, comenzó a leerlas, una tras otra, recordando viejos tiempos. Las horas pasaron, y cuando quiso darse cuenta, ya era hora de prepararse para salir. Sin embargo, decidió leer una última nota. Aquella nota narraba lo siguiente:
[spoil]"Hijo mio, sé que la hora de separarnos se acerca, y no puedo hacer nada por evitarlo. Ojalá pudiese, pero contra la vida nada se puede hacer. Por tanto, quiero intentar enseñarte una cosa que considero muy importante. Yo he vivido mucho tiempo, he conocido mucha gente, he tenido muchas alegrías y desgracias en mi vida. He sido feliz y he estado triste. Es algo que nos pasa a todos. Pero aún así, he sido feliz. ¿Quieres saber por qué? Porque, pese a todo, siempre he creído en mi y siempre he querido conseguir algo mejor, para mi y para todos. Aunque la adversidad fuese tan grande que pareciese que el mundo se cernía sobre mi y me fuese a tragar, no desistí en mi esfuerzo. No somos más que polvo, y polvo al viento seremos. Pero eso no ha de desanimarnos, si no motivarnos. Ya que esta vida es la única que tenemos, debemos disfrutarla. Hacer el bien, ayudar a los que te importan. Compartir alegrías y sollozos con tus seres queridos. Disfrutar de los placeres que el mundo pone a nuestra disposición. Lo que quiero decirte, hijo mio, es que seas feliz. Que seas tu mismo, y ante todo, que aprendas a apreciar lo que esta vida te da.
Siento que este será uno de mis últimos consejos para ti, pero lo considero el más importante. Espero que te sirva de mucho.
Te quiere,
tu abuelo"[/spoil]
El viejo cuaderno se le resbaló de las manos. Roberto se quedó sentado en silencio en su habitación un largo rato.
Finalmente, se levantó, y con lágrimas en los ojos y una sonrisa apenada en la cara, decidió prepararse para salir con sus amigos.
Antes, depositó aquel libro en otra estantería, mientras susurraba: "Gracias abuelo. Gracias por todo."
--------------------------
Allá voy con la que escribí hoy... espero que os guste ^^
--------------------------
Ese día tocaba limpieza en casa. Roberto, abrumado y atontado por el calor de aquella tarde estival, no tenía ganas de hacer lo que le correspondía: limpiar su habitación. Era una tarde pesada y cargante, sin una gran perspectiva a la vista. Ese día en su pueblo había poca gente, y los pocos amigos que en el mismo quedaban, no tenían pensado salir ni a la piscina ni por la noche a dar una vuelta. Un gran día de verano...
Así, Roberto dejó que pasaran las horas, intentando que su madre no lo pillase holgazaneando como de costumbre; pero no tuvo tal suerte aquella vez. Tras unos gritos de su progenitora, se puso a vaciar poco a poco los cajones e su habitación, con la dejadez propia de quien no quiere hacer algo pero es obligado.
Primero, sacó sus apuntes del curso pasado. Mientras iba rescatando hojas de aquella selva llamada archivador, los elementos químicos bailaban frente a sus ojos a la vez que los números coqueteaban entre sí. Unos viejos escritores relataban sus batallas en los trozos de papel mientras el tiempo iba pasando. Decidido a olvidar aquellos elementos de su tortura juvenil, ya que la época del instituto había pasado a la historia, los depositó uno tras otro, sin prisa pero sin pausa, en las fauces abiertas de una bolsa que se asemejaba a un monstruo devorador del saber y el conocer.
Una vez despejado a machetazos de desgana el primer estante de su armario, pasó al segundo. En él se encontraban objetos más valiosos: notas con sus amigos, relatos escritos en sus horas muertas durante las clases de física, etc. Decidido también a olvidar aquello, empezó a deshacerse de la mayor parte de aquello. De entre la pila de papelitos salieron cosas insospechadas, como por ejemplo sus notas de amor con una de las primeras chicas que conoció en su adolescencia, Raquel. Aquella que según sus amigos Álvaro y Carolina era poco más que una interesada. Roberto pensó que podía que así fuese, pero que lo bien que se lo había pasado en aquellos tiempos no lo cambiaba por nada del mundo.
Cuando estaba casi a punto de terminar de limpiar esa estantería, en la cual sólo quedaba un viejo cuaderno, aún más viejo que las notas y papeles, su móvil comenzó a vibrar. Sus amigos Guillermo, Judith y Marta, que aún estaban en el pueblo, habían comenzado a hablar y habían decidido quedar a las 23:00 para ir a tomar algo. "Que alivió" pensó Roberto.
Con esperanzas renovadas, decidió terminar de limpiar cuanto antes. Así, sacó el último cuaderno. Era un cuaderno viejo, negro, el cual no conseguía ubicar. Así pues, muerto de curiosidad, lo abrió, y lo que vio le sorprendió. Era un viejo cuaderno en el cual había notas que su abuelo le había ido escribiendo antes de morir unos años antes. Emocionado, comenzó a leerlas, una tras otra, recordando viejos tiempos. Las horas pasaron, y cuando quiso darse cuenta, ya era hora de prepararse para salir. Sin embargo, decidió leer una última nota. Aquella nota narraba lo siguiente:
[spoil]"Hijo mio, sé que la hora de separarnos se acerca, y no puedo hacer nada por evitarlo. Ojalá pudiese, pero contra la vida nada se puede hacer. Por tanto, quiero intentar enseñarte una cosa que considero muy importante. Yo he vivido mucho tiempo, he conocido mucha gente, he tenido muchas alegrías y desgracias en mi vida. He sido feliz y he estado triste. Es algo que nos pasa a todos. Pero aún así, he sido feliz. ¿Quieres saber por qué? Porque, pese a todo, siempre he creído en mi y siempre he querido conseguir algo mejor, para mi y para todos. Aunque la adversidad fuese tan grande que pareciese que el mundo se cernía sobre mi y me fuese a tragar, no desistí en mi esfuerzo. No somos más que polvo, y polvo al viento seremos. Pero eso no ha de desanimarnos, si no motivarnos. Ya que esta vida es la única que tenemos, debemos disfrutarla. Hacer el bien, ayudar a los que te importan. Compartir alegrías y sollozos con tus seres queridos. Disfrutar de los placeres que el mundo pone a nuestra disposición. Lo que quiero decirte, hijo mio, es que seas feliz. Que seas tu mismo, y ante todo, que aprendas a apreciar lo que esta vida te da.
Siento que este será uno de mis últimos consejos para ti, pero lo considero el más importante. Espero que te sirva de mucho.
Te quiere,
tu abuelo"[/spoil]
El viejo cuaderno se le resbaló de las manos. Roberto se quedó sentado en silencio en su habitación un largo rato.
Finalmente, se levantó, y con lágrimas en los ojos y una sonrisa apenada en la cara, decidió prepararse para salir con sus amigos.
Antes, depositó aquel libro en otra estantería, mientras susurraba: "Gracias abuelo. Gracias por todo."
--------------------------
Última edición por un moderador: